La campana de tu bici

Por Oso Oseguera*
La campana, además de ser un accesorio, es como el sonido que combina la personalidad de tu bici y la tuya, es como el timbre de tus paseos.
En Londres, los ciclistas están obligados por ley a tener una campana en la bici. En México… vamos, ni siquiera estás obligado a portar casco, no se hable de un timbre que alerte a los que están a tu alrededor.
Si de campanas se trata, las hay con leyendas, de diversas formas y figuras, con múltiples timbres, con diferentes tecnologías y de muchos colores. Todas sirven, todas hablan (o debiera decir suenan) de ti y de tu bici.
Muchas fabricantes de campanas no hacen precisamente sus productos para cualquier manubrio. Asegúrate que las amarraderas se ajusten y fijen bien al ancho del manubrio de tu bici.
Aquí, una clasificación de campanas:
Reiterativas
Sí, esas que incluyen la leyenda de que te gusta la bici. “Yo (corazón) la bici”. Por si a alguien creyera que te transportas en dos ruedas por obligación.
Fauna
Tienen forma de flor, de catarina, de mariposa y suenan sutil, tímidamente.
Sobrias
Son negras, pequeñas y ligeras, y tiene forma de capello, sin embargo, el gatillo las provee de un sonido prolongado y agudo que logra su objetivo: hacerte visible.
Redondas
La tradicional campana redonda con forma de hongo portobello, algunas son doradas o plateadas (resultado de fundir cobre y zinc) y poseen un gatillo de resorte que las hace sonar con un tintineo de personalidad gallarda.
Ocultas
Estas son intrigantes campanas que se ajustan a manubrios de bicis urbanas. Se insertan en la extremidad del manillar y se hacen sonar como si aceleraras en una moto. El sonido es musical, dulce y con síndrome morse: uno largo y uno corto.
Ecológicas
Para quienes no quieren una campana de metal, la de pájaro carpintero está hecha de madera. El sonido es seco, opaco y creo que difícilmente audible en una avenida transitada. Eso sí, le da un toque ecolook.
Disco
Estos artilugios no solo suenan con potencia sino que incluyen 3 LED que le dan luz roja, verde y amarilla que brincan alrededor de la campana cuando la haces sonar.
Platillo volador
Estas campanas no tienen gatillo. Para hacerlas sonar hay que girarlas, para que los engranes funcionen. Echarlas a andar resulta difícil en momentos de apremio. Eso sí, el sonido llena el espacio y los colores pastel y translúcidos le dan un toque chic a tu manubrio.
Altisonantes
Aquellas que se ayudan de aire comprimido y suenan como claxon de tráiler. Son una grosería y pueden matar del susto a los peatones. Son atemorizantes.
* El autor, después de meses, le colocó una campana a su bici. Parece niño con juguete nuevo, la hace sonar a la menor provocación. Le gusta que lo volteen a ver y que el sonido sea dulce.